La economía argentina sigue enfrentando un escenario desafiante, con una inflación que, aunque muestra signos de desaceleración, se mantiene elevada y erosiona el poder adquisitivo de los hogares.
En los últimos meses, la inflación mensual se logró estabilizar en torno al 2% y 3%, pero los precios de los alimentos y productos básicos continúan siendo una carga pesada para las familias, que ajustan sus gastos y priorizan lo esencial. Esta situación impacta directamente en el consumo masivo, que atraviesa una recesión sostenida.
En este marco, los supermercados y mayoristas comienzan a sentir con fuerza la caída del consumo. Según la última Encuesta Nacional de Tendencia de Negocios a Supermercados y Autoservicios publicada por el Indec, el 57,5% de las empresas del sector reconocen que la baja demanda afecta gravemente su actividad comercial. Este porcentaje representa un aumento respecto al 55,1% registrado en el relevamiento anterior, evidenciando una tendencia negativa que se profundiza.