El desgarro social de la región encontró su más digno y potente símbolo en Tartagal. La imagen de un joven, parado en el ingreso al barrio Bicentenario, se ha viralizado como un espejo de la profunda crisis económica.
Al costado de la Ruta Nacional 34, un simple cartel resumía la complejidad de su desesperación: "Trabajo o comida".
El periodista Sergio Ariel Costilla capturó el momento: el joven ofrecía una artesanía fabricada, se presume, con sus propias manos. No era un pedido de ayuda, sino una propuesta de intercambio.
Este gesto fue un acto de inmensa dignidad. En lugar de tender la mano por caridad, el joven puso su esfuerzo y su oficio sobre la mesa. Su mensaje fue claro: valoro mi trabajo, solo necesito una oportunidad.
"No pedía limosna, ofrecía su esfuerzo. Nos recuerda que detrás de cada necesidad, hay una persona con ganas de trabajar y una historia de supervivencia", manifestó el fotógrafo Costilla.
La elección binaria —empleo o alimento— subraya la cruda urgencia de la falta de oportunidades en la zona. La subsistencia se ha reducido a este dilema fundamental.
La fotografía es ahora un virulento llamado a la conciencia de la comunidad y del empresariado local. Se ha convertido en un pedido directo para ofrecer a este joven la fuente de ingresos que tan heroicamente busca. Su situación es un recordatorio palpable de la vulnerabilidad social y la lucha diaria por la estabilidad en el contexto actual.