Una travesía histórica cargada de fe y emoción acaba de comenzar: por primera vez, un grupo de peregrinos se propuso recorrer el antiguo camino que, según la tradición, hicieron las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro desde El Callao (Perú) hasta la ciudad de Salta. Este acto simbólico busca honrar el origen milagroso de las imágenes más veneradas por el pueblo salteño, cuyo culto ha traspasado generaciones.
La iniciativa representa mucho más que un viaje: es una expresión de devoción profunda, de entrega espiritual y de memoria histórica. Con una imagen del Señor del Milagro en alto, los caminantes atravesarán pueblos, montañas y fronteras, llevando sobre sus espaldas promesas, agradecimientos y las intenciones de cientos de personas que los acompañan desde la distancia.
Una de las peregrinas es Mariana Bidondo, reconocida por haber caminado durante más de 20 años en las festividades del Milagro. "Vamos a hacer el mismo recorrido que hicieron las imágenes cuando naufragaron y fueron rescatadas en Lima. Llevaremos sus pedidos, sus promesas, y los dejaremos al pie de la Virgen", expresó con la voz entrecortada por la emoción.
Una historia de fe que une siglos y corazones
La devoción al Señor y la Virgen del Milagro se remonta al siglo XVII. Según la tradición, las imágenes llegaron a Salta desde España, pero durante el viaje el barco que las transportaba naufragó frente a las costas del Callao. Milagrosamente, las imágenes fueron encontradas intactas y posteriormente trasladadas al Alto Perú hasta llegar a Salta, donde comenzaron a ser veneradas.
El punto de inflexión en la historia ocurrió en 1692, cuando un devastador terremoto sacudió la ciudad de Salta. Mientras los habitantes rezaban frente a la imagen del Cristo Crucificado, la figura habría cambiado de expresión. Desde entonces, la comunidad salteña renovó su pacto de fe con estas imágenes, naciendo así una de las manifestaciones religiosas más importantes del país: la Fiesta del Milagro, que cada septiembre convoca a miles de peregrinos.
Salta, tierra de fe y peregrinación
Este nuevo acto de devoción no hace más que confirmar que Salta es cuna de fe, una tierra donde lo espiritual se vive con el cuerpo, el alma y la historia a flor de piel. Los peregrinos que hoy emprenden esta travesía no solo caminan hacia una meta geográfica: caminan hacia el corazón mismo del pueblo salteño, hacia el milagro vivo de la fe que, cada año, se renueva con más fuerza.
