La Escuela Edgar Leal fue blanco de una seguidilla de robos durante el fin de semana largo. Rompieron puertas, saquearon el jardín de infantes, robaron parlantes, materiales didácticos y hasta una notebook. Las directoras piden cámaras de seguridad y más presencia policial. “Ya no sabemos qué más hacer”, lamentaron.
Por tercera vez en apenas cuatro días, la Escuela Edgar Leal de Rosario de la Frontera fue blanco de robos, destrozos y vandalismo. El último episodio ocurrió tras el feriado por el paso a la inmortalidad del General Güemes. Lo que encontraron al volver fue desolador: puertas violentadas, elementos pedagógicos destruidos y una larga lista de objetos robados, entre ellos una notebook del nivel inicial, parlantes y materiales didácticos esenciales para el trabajo con los niños más pequeños.
“Estamos muy mal, nuestra escuela otra vez fue víctima de un robo”, expresó Fabiana, directora del nivel inicial. Su compañera Rosalía, a cargo del nivel primario, acompañó la denuncia en la comisaría local. Ambas señalaron que el primer intento de ingreso se registró el fin de semana, cuando desconocidos intentaron forzar la puerta de la dirección. No lograron entrar, pero la situación se agravó en los días siguientes.
El lunes, los vándalos regresaron y esta vez lograron entrar al kiosco escolar. Y finalmente, el martes tras el fin de semana largo, se produjo el golpe más grave: accedieron al jardín de infantes y a la primaria, donde causaron destrozos por todos lados y se llevaron varios objetos de valor. “Vandalizaron todo, sobre todo el jardincito. Destrozaron las cosas con las que trabajan los más pequeños. Robaron parlantes que usamos para los actos”, relataron las docentes.
Lo más grave, aseguran, es la repetición. No es la primera vez que el establecimiento sufre hechos delictivos. El año pasado, denunciaron otro robo que incluyó la sustracción de reflectores y cables sin que se recuperara nada. Ahora, la situación se volvió insostenible. “Pusimos rejas, aseguramos todo más de lo que se puede, con ayuda de los padres. Pero ni eso alcanza. Todo lo que hicimos por la seguridad fue autogestionado, porque del Ministerio recibimos muy poco”, lamentaron.
A la par de los robos, los daños materiales no son menores: vidrios rotos, puertas forzadas, materiales didácticos arruinados, el depósito reventado, pertenencias pisoteadas. El kiosco, que antes funcionaba con normalidad, ya no deja nada adentro por temor a nuevos ingresos. “Las chicas del kiosco ya no dejan ni un paquete de galletitas”, graficaron.
Las directoras también hicieron un llamado a la comunidad para no comprar objetos robados: “Pedimos a los vecinos que no compren lo que fue sustraído de la escuela. El que compra algo robado es tan cómplice como el que lo hurtó”.
En paralelo, reclamaron respuestas más rápidas por parte del Ministerio de Educación. “La respuesta siempre es lenta. No nos dan presupuesto para reparar los daños. Vamos a pedir cámaras de seguridad e iluminación. Ya no sabemos qué más hacer. Estamos agotadas”, insistieron.
En medio de todo, las clases continúan. “Hemos tenido clases normales, pero con esta tristeza interior que es ver cómo atentan contra el patrimonio de la sociedad, que es una escuela pública”, cerraron con resignación Rosalía y Fabiana, con la esperanza de que, esta vez, alguien escuche, explicaron en Canal 10 de Rosario de la Frontera.