La directora de control fronterizo reafirmó los objetivos del Plan Güemes. "El control en la frontera norte vino para quedarse", afirmó Virginia Cornejo.
"El control en la frontera norte vino para quedarse y no nos vamos a distraer en temas que no atañen a nuestro ámbito de actuación", remarcó ayer la directora nacional de Vigilancia, Control de Fronteras, Hidrovía y Centro de Monitoreo, Virginia Cornejo, ante una consulta de El Tribuno sobre las disputas que una nueva cooperativa de chalaneros encendió en los muelles de Aguas Blancas (Orán) y Bermejo (Tarija). El pasado miércoles las tensiones escalaron a tal punto que las prefecturas navales de Argentina y Bolivia intervinieron con medidas que desataron cuestionamientos a uno y otro lado de las frontera. Bajo ese enrarecido clima, la línea internacional estuvo con los pasos fluviales suspendidos por varias horas.
Nueva cooperativa
El servicio de embarcaciones que cientos de turistas argentinos utilizan diariamente para cruzar desde Aguas Blancas a Bermejo y reingresar al país con productos adquiridos en la ciudad tarijeña, donde los precios son mucho más bajos que en la plaza nacional, es explotado por cooperativas tanto argentinas como bolivianas. Por muchos años la actividad comercial de esos grupos transportistas, que mueven con sus pequeñas embarcaciones (chalanas) a miles de pasajeros con mercancías livianas, se mantuvo durante décadas dentro de un marco de consensos que la irrupción de la nueva cooperativa alteró.
Chalaneros de Aguas Blancas denunciaron que el nuevo grupo, que se incorporó como una cooperativa salteña más, está conformada por una mayoría de integrantes de ciudadanía boliviana que accedieron a DNI argentinos sin tener residencia efectiva en Aguas Blancas. Ante distintas autoridades del país, los describieron abiertamente como "argentinos truchos".
"Nuestro foco está en la lucha contra el narcotráfico, la trata, el crimen organizado y el terrorismo".
Simultáneamente, la Prefectura Naval Argentina limitó los desembarcos desde Bermejo e incrementó el control a las embarcaciones. La disposición, que enardeció a chalaneros bolivianos, también sacó a relucir la falta de habilitaciones y la informalidad del servicio fluvial.
