Preocupa al gobierno que pueda frenarse la baja de la inflación.
El presidente y CEO de YPF, Horacio Marín, había prometido reducir el precio de los combustibles si el petróleo bajaba a nivel global, lo cual cumplió en octubre con una reducción del 1%. Sin embargo, también advirtió que si el precio del crudo aumentaba, los combustibles subirían en consecuencia. Las petroleras ahora buscan que el ajuste sea proporcional al aumento del precio del crudo, que subió un 13% en una semana, aunque este martes bajó u$s 4.
El 1 de octubre, los precios de la nafta y el gasoil bajaron un 1% y 2%, respectivamente, aunque la baja debió haber sido mayor (4% en nafta y 5% en gasoil), pero fue compensada por el aumento de impuestos y la tasa de devaluación mensual del 2%.
Las empresas privadas del sector analizan el contexto económico y político para determinar el aumento de noviembre, teniendo en cuenta tanto a los consumidores como el precio interno que deberán negociar entre refinadoras y productoras. Además, deberán evaluar quién absorberá la pérdida de márgenes si fuese necesario.
Un ejecutivo del sector señaló que, con los precios del crudo de hace más de una semana, prácticamente no había retraso en el precio del diésel convencional y premium en el surtidor, pero sí en el canal mayorista, con un retraso del 6% en el gasoil y 3% en la nafta súper. Con los precios actuales, el atraso en promedio es del 6%, con la nafta súper alcanzando un 9%.
Una suba por mes
Con el impacto global causado por la invasión israelí al Líbano y las expectativas de desaceleración económica en China, las refinadoras anticipan que seguirán el promedio internacional del precio del petróleo Brent para evitar trasladar la alta volatilidad actual a los consumidores. Advierten que habrá "un aumento por mes", lo que implica que no subirán los precios en octubre, pero sí en noviembre.
La semana pasada, cuando YPF decidió reducir los precios por primera vez desde enero de 2019, ejecutivos del sector señalaron que la medida fue "precipitada", sobre todo considerando que durante años el petróleo se comercializó en el mercado local por debajo del precio de exportación, y que el gobierno está decidido a frenar la inflación a toda costa.
Las refinadoras (YPF, Axion, Raízen -Shell- y Trafigura -Puma-) compran el crudo bajo un esquema mixto: 50% del precio es regulado a 68 dólares por barril y el otro 50% sigue la paridad de exportación, que actualmente ronda entre u$s 69 y 73. Las productoras (Vista, Shell, Pluspetrol, Tecpetrol, CGC y Phoenix, entre otras) confían en que este esquema continuará, clave para el desarrollo de Vaca Muerta.
Este escenario plantea un desafío para YPF y su nueva gestión. Un fuerte aumento en el precio de los combustibles podría afectar los esfuerzos del gobierno por controlar la inflación, pero no hacerlo podría exponer a la empresa ante sus inversores y frente a Burford Capital.
Burford, acreedor en un juicio en EEUU, y la jueza Loretta Preska, que dictaminó que Argentina debe pagar u$s 16.100 millones por la expropiación de YPF en 2012, seguirán de cerca las decisiones de la petrolera. Los demandantes buscan demostrar que YPF, aunque es formalmente una Sociedad Anónima, actúa como un alter ego del Estado argentino, que posee el 51% de sus acciones.