Pequeñas historias cotidianas. Se trata de la “Normita” Rizotti, ex docente de la escuela Jacoba Saravia.
Buscaron a su maestra de jardín de infantes casi medio siglo después y la encontraron. Normita Rizotti estaba parada en el zaguán de su casa en Deán Funes y Alsina, mirando hacia la escuela Jacoba Saravia, donde pasó gran parte de su vida laboral.
Fue en el marco del 110 aniversario de la institución que se realizó un emotivo acto que congregó no solo a la comunidad educativa, sino también a centenares de ex alumnos de todas las promociones, quienes con gorros de egresados se animaron a desfilar expresando el gran cariño que mantienen por la escuela, pese al paso del tiempo.
Durante el reencuentro, surgió el nombre de una de maestras más recordadas de la década de 1970. No faltó la memoriosa, en este caso Claudia Pastrana Méndez, quien señaló: “La seño Normita, de Jardín de Infantes, vivía en la esquina de la Jacoba, en un antigua casona de piedra tallada a mano por su propio padre, don Rizotti, reconocido constructor de la época”.
Fue así que Pablo Modesi, Claudia Pastrana Méndez, Cristina Diez Gómez, Silvia Gil, Claudio Chacón, Daniel Díaz y José Alberto Ovando, entre otros ex alumnos fueron hasta allí, más por curiosidad que con esperanzas de encontrarla. Pablo, no dudó en tocar el timbre de la vivienda para preguntar qué había sido de la recordada docente y tal vez conseguir algún dato sobre su paradero o de su destino.
Grande fue la sorpresa de todos, cuando la seño Normita en persona salió a atenderlos. Lo hizo acompañada de una de sus hermanas. Pero los sorprendió aún más, cuando la ex docente recordó el nombre y los rostros de muchos de ellos, y de muchos otros que no se encontraban en ese momento. Sus ojos no tardaron en dejar escapar algunas lágrimas de emoción y de evocar decenas de anécdotas de aquellos años.
Pese a haber transcurrido casi 50 años, recordaron con lujo de detalles el acto de fin de año en el que participaron de la obra El Gato con Botas, basada en el cuento homónimo de Charles Perrault.
Fue un encuentro breve, que sin embargo perdurará toda la vida en el corazón de sus protagonistas, que se alejaron de la casa de la seño Normita mientras ella los despedía con su habitual: “Chau mis chiquitos, cuidensé… hasta pronto”, mientras sacudía sus manitos pequeñas y blancas.
El Tribuno