Murió a los 78 años Carlos Tomba, aviador en Malvinas, condecorado por su desempeño en la guerra

Murió a los 78 años Carlos Tomba, aviador en Malvinas, condecorado por su desempeño en la guerra

Falleció un héroe en la ciudad de Mendoza. Viajó a las islas para asistir a los Pucará en cuestiones técnicas, pero convenció a sus jefes de pelear.

Siempre contaba que su primer cara a cara con la realidad de la guerra había sido el 1 de mayo de 1982 cuando, en un ataque de aviones Harrier a la Base Cóndor en Darwin provocó la muerte del primer teniente Daniel Jukic y de siete suboficiales que lo asistían en el despegue para hacer frente al ataque de una escuadrilla de Harriers. Le impresionó ver los cuerpos de sus camaradas caídos.

Se trataba del entonces mayor de 36 años Carlos Antonio Tomba, quien había hecho lo imposible por estar en Malvinas, y había viajado sin la autorización de su superior, quien por días lo buscó sin suerte. De Comodoro Rivadavia cruzó a las islas y allí, si bien su rol inicial era de apoyo técnico, se ofreció voluntario para combatir. Integró el plantel de pilotos de aviones IA-58 Pucará, que estaban en la Base Aérea Cóndor en Goose Green.

Tomba falleció este miércoles. Tenía 78 años y por su desempeño en la guerra había sido condecorado con la medalla “La Nación Argentina al valor en combate”.

La Base Cóndor era una pista de 400 metros sobre turba, desde donde operaban 14 aviones Pucará.

Participó en media docena de misiones de combate, que consistían fundamentalmente en vuelos rasantes para dificultar las operaciones de los helicópteros ingleses.

La del 21 de mayo fue la última. Ese día integraba la segunda sección y volaban en una formación llamada “escalonado táctico”, que respeta un espacio suficiente entre máquina y máquina para poder maniobrar en caso de ser necesario.

Esa formación fue la que impidió que impactase un misil, que pasó entre dos aviones. Procedieron a esconderse en una nube, luego dieron la vuelta por un cerro cuando les ordenaron destruir una posición británica que reglaba el fuego de artillería sobre posiciones argentinas.

Cumplida esa misión, se dirigieron volando a baja altura hacia el Estrecho de San Carlos. Divisaron una fragata, quien les tiró, y los pilotos observaron cómo los proyectiles impactaban en el agua. Eran las once de la mañana.

Fue cuando vieron dos Harriers volando por arriba de ellos, pero no se habían percatado de un tercero que se puso en la cola del avión de Tomba, quien era el guía de la escuadrilla. De pronto, sintió vibrar la máquina y vió que el ala izquierda estaba agujereada, pero el Pucará continuaba volando.

Nigel Ward, el piloto británico, se maravilló por la forma en que Tomba piloteaba y lograba dominar al Pucará, aún con un ala perforada y con partes del fuselaje que se desprendían.

Una segunda ráfaga hizo que el motor se incendiara, y comprobó que la palanca de mando no le respondía. Volando a cinco metros del suelo, debió eyectarse. En ese instante, el Harrier se alejó.

Solo recordó el instante en que accionó el mecanismo, y volvió en sí cuando caía en paracaídas y la turba amortiguaba el contacto con el suelo.

Permaneció un par de minutos, mientras veía incendiarse lo que quedaba de su avión, que había caído a unos cincuenta metros. Tomó el kit de supervivencia y comenzó a caminar en dirección a la base Cóndor.

Al atardecer llegó a una suerte de refugio de pastor de ovejas, donde pensaba pasar la noche. Casi no tenía abrigo y tenía principio de congelamiento. Debajo del buzo de aviador, solo tenía el pijama que le había dado su esposa.

Cuando escuchó el ruido característico de un helicóptero Bell, supo que era argentino. Debió disparar dos bengalas para que pudieran verlo. Estaba tripulado por dos oficiales y un suboficial mecánico que habían despegado en una máquina que no podía volar de noche. Habían ido sin autorización, solo para buscarlo.

El 26 de mayo fue tomado prisionero de los británicos cuando cayó Goose Green. Pero la guerra para él no terminaría ahí.

Tomba fue el integrante del grupo que se autodenominó “Los 12 del Patíbulo”. Oficiales y suboficiales de las tres fuerzas que combatieron y que hasta el 14 de julio de 1982 -un mes después de la rendición- permanecieron prisioneros de los ingleses en las islas.

En su provincia natal, este brigadier retirado es portador de un apellido ilustre bodeguero. Fue una persona muy querida y contribuyó a escribir una página de entrega y heroísmo a bordo de su Pucará en la guerra del Atlántico Sur, a la que se había jurado estar sí o sí, y que había cumplido con su palabra. Fuente: Infobae

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