La crecida del río Pilcomayo se agrava y deja bajo el agua a otra comunidad en el norte salteño

La crecida del río Pilcomayo se agrava y deja bajo el agua a otra comunidad en el norte salteño

Con la Ruta 54 anegada y Misión La Paz aislada, los pobladores resisten entre la incertidumbre y el temor a nuevas crecidas, mientras luchan por salvar lo poco que les queda.

A lo lejos, se ve a un poblador cargando el catre de una cama en una barcaza. A su alrededor, televisores, roperos, libros, zapatillas flotan entre el agua. Las casas están cubiertas, algunas completamente sumergidas. Perros sin dueños deambulan por lo que alguna vez fueron calles. Casas cubiertas por el agua, calles convertidas en ríos y perros sin rumbo completan la escena de devastación en San Anselmo, una comunidad ubicada sobre la Ruta 54, ahora completamente anegada y cubierta por el desborde del Pilcomayo.

Desde hace días, la crecida del río ha golpeado con furia a esta zona del departamento Rivadavia, dejando cientos de familias evacuadas y una extensa franja de territorio sumergida bajo el agua. La ruta está cortada, con más de un kilómetro intransitable, lo que impide no solo el tránsito de vehículos, sino también el acceso de asistencia sanitaria, agua potable y alimentos.

Misión La Paz aislada: sin electricidad y sin acceso

El camino que lleva a Misión La Paz está completamente cortado. La comunidad permanece aislada y sin electricidad, sin posibilidad de asistencia inmediata. La crecida del río arrasó casi un kilómetro de ruta, lo que impide el paso de personal de Edesa y de quienes intentan llegar hasta el lugar. El temor crece entre los pobladores: una nueva corriente de agua podría causar estragos en una zona ya golpeada por días críticos.

El drama de quienes huyeron dos veces

Cuando el agua empezó a avanzar, los habitantes de San Anselmo abandonaron sus casas y se refugiaron sobre el terraplén de la Ruta 54, creyendo que allí estarían a salvo. Construyeron refugios improvisados, con lo poco que lograron rescatar de sus hogares. Sin embargo, anoche una nueva crecida los sorprendió, obligándolos a huir nuevamente, dejando atrás lo poco que habían logrado salvar.

En un intento desesperado por frenar la tragedia, los pobladores levantaron defensas improvisadas pero sucumbieron ante el agua. 

La escena es estremecedora: cascadas de agua caen sobre esas últimas barreras, filtrándose sin piedad. Se lucha hasta el último momento, pero el río no cede.

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