Hace una semana, YPF y Shell sorprendían al tomar una decisión que inmediatamente fue imitada por el resto de sus competidoras: bajaron el precio de las naftas, aunque sólo marginalmente, uno por ciento. La explicación fue que así reflejaban la baja en el precio internacional del crudo, que tocaba a principio de la semana pasada los 69 dólares por barril (tipo Brent, Londres). Una semana después, el panorama cambió bruscamente y ya se calcula si será en un mes, o en quince días, que los precios en el surtidor vuelvan a subir, pero posiblemente en una magnitud mayor que la limitada reducción de hace apenas siete días.
Sucede que en la misma jornada en que se corregían a la baja los precios en Argentina (el gasoil también bajó, un 2 por ciento), en Medio Oriente se recalentaba el conflicto entre Israel y los países chiítas solidarios con Hamás, la milicia palestina en combate con el primero en la Franja de Gaza. El ataque de Irán a Israel de la semana pasada, en respuesta a los bombardeos de Israel a Yemen y El Líbano, despertó la preocupación de que Irán ingresara, por tiempo indeterminado, en zona de conflicto.
Al ser uno de los principales exportadores de petróleo de la OPEP, la entrada de Irán en la disputa provocó una disparada en el precio del petróleo, que en pocos días saltó de los 69 a los 81 dólares el barril, su cotización de este lunes.
La escalada del conflicto en los últimos días hace temer no sólo por la oferta de crudo de Irán, sino por la de otros cuyos embarques deben transitar el estrecho de Ormuz, como los provenientes de Irak, Kuwait y Arabia Saudita. Fuentes del sector petrolero admiten que el salto del precio del crudo cambió la ecuación y ya analizan un replanteo del precio de venta local de los combustibles, aunque dejarán pasar algunos días antes de ejecutar un aumento en los precios, que tratarán de postergar hasta el inicio del mes próximo.