A pesar de los esfuerzos por fomentar la militancia y la participación política, la baja afiliación a los partidos sigue siendo un desafío para el sistema político argentino.
La cantidad de afiliados a partidos políticos en Argentina experimentó una notable disminución en los últimos años, alcanzando el nivel más bajo de las últimas dos décadas.
Según los datos de la Cámara Nacional Electoral (CNE), al cierre de 2024, 7.937.948 personas están afiliadas a alguna fuerza política, lo que representa solo el 22% de los 35.844.334 electores habilitados en el país. Esta cifra se compara con los 8.292.347 afiliados registrados en 2007, lo que supone una pérdida de casi 355.000 afiliados en este período.
El descenso de las afiliaciones a partidos políticos fue suave pero sostenido a lo largo de los últimos 18 años. Este retroceso es aún más relevante al considerar que, durante el mismo período, la población habilitada para votar creció un 32%, pasando de 27 millones en 2007 a casi 36 millones en 2023.
El pico de afiliaciones se registró en 2009, durante el primer gobierno de Cristina Kirchner, cuando las afiliaciones totales alcanzaron las 9.185.144. Desde entonces, la tendencia ha sido a la baja, con un importante declive de la militancia política en el país, especialmente en los últimos años.
Este fenómeno de caída de afiliaciones se explica, en parte, por el descreimiento generalizado de la sociedad hacia los partidos políticos tradicionales, alimentado por el discurso anti-casta promovido por figuras como el actual presidente Javier Milei. El rechazo a la "clase política" y las críticas a la partidocracia influyeron en la desafección de muchos ciudadanos, que optaron por no afiliarse a ninguna agrupación.
A día de hoy, las 271 fuerzas políticas registradas en el país, tanto nacionales como provinciales, reflejan un panorama de fragmentación y, al mismo tiempo, la dificultad de captar el interés de los votantes para que se sumen a estas agrupaciones.
El descenso en el número de afiliados no solo refleja el desinterés hacia los partidos políticos, sino también un desajuste en la representación que los partidos políticos tradicionales tienen en la sociedad. La falta de identificación de una porción importante del electorado con las estructuras partidarias puede afectar la calidad de la democracia y la legitimidad de las instituciones políticas en el futuro.