Tras más de 20 años de importaciones, nuestro país dejó de adquirir gas boliviano, mientras avanza en proyectos que buscan consolidar el desarrollo del yacimiento.
Desde octubre de 2024, la Argentina puso fin a las importaciones de gas natural desde Bolivia, cerrando un ciclo de más de dos décadas en las que el país vecino fue un proveedor clave de este recurso. Esto se enmarca dentro de una serie de avances en obras de infraestructura energética, como la inauguración del proyecto de reversión del Gasoducto Norte, que permitirá que el gas producido en Vaca Muerta abastezca a las provincias del norte del país.
El proyecto de reversión del Gasoducto Norte, que será inaugurado este jueves, es una obra crucial financiada con una inversión cercana a los 740 millones de dólares. Con esta obra en marcha, el gas proveniente de Vaca Muerta podrá ser distribuido a las provincias de Córdoba, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Salta y Jujuy.
Esto representa un paso clave hacia la autosuficiencia energética, ya que permitirá que los usuarios residenciales, las estaciones de servicio de GNC y las industrias de estas regiones se abastezcan con gas de producción nacional.
Este cambio no solo tiene implicaciones logísticas, sino también económicas. El costo promedio anual del gas producido en Argentina es de 3,5 millones de dólares por millón de BTU (British Thermal Units), mientras que el precio de importación desde Bolivia era significativamente más alto, alrededor de 11,8 millones de dólares por millón de BTU.
Además, el gas natural licuado (GNL) importado tenía un costo de unos 11,1 millones de dólares por millón de BTU. La capacidad de Vaca Muerta para cubrir parte de esta demanda local permitirá una reducción en los costos energéticos del país.
Para el 2025, se proyecta que el precio promedio del gas en Argentina se reducirá a 4,10 millones de dólares por millón de BTU, lo que implicaría una disminución del 14% en comparación con los precios actuales. Esta baja en los costos será posible gracias a la reducción de las importaciones y la optimización del uso de los recursos locales, con Vaca Muerta como pilar fundamental del abastecimiento energético argentino.
Este avance en la infraestructura y el desarrollo de recursos propios no solo consolida la independencia energética del país, sino que también genera expectativas sobre el futuro económico y energético de Argentina, donde Vaca Muerta jugará un papel decisivo en los próximos años.